...cuando hay que hablar de dos: empezar por uno mismo.
Cada uno tiene su parte, incluso en esto que es de los dos, cada uno aporta sus cosas, y lo que se forma es una fusión de las cosas de ambos, con el amor que las une y que hace que se quede ahí, como un todo, para siempre. Nada de lo que se ha construído con amor se puede olvidar. Se queda en nosotros, en nuestro "haber", y nos acompaña para siempre allá adonde vayamos. Caracas, París, Menorca o Toronto. Esos recuerdos jamás se borran, y nunca volveremos a ver esas ciudades de la misma manera. Porque ya las habremos vivido de otra. Mejor o peor.